COLABORACIÓN || Mateo Sierra
El talento, según la RAE, viene a decir que es el término aplicado a una persona inteligente o apta para determinadas ocupaciones. Innato o no, todos los que tenemos un «talento» debemos trabajar en él de manera constante. Ya seas cantante, médico, agricultor o cocinero, aunque no siempre el talento vaya ligado a una profesión, ya que también puede destacar entre las aficiones propias de cada uno, es inevitable atribuirlo a una disciplina.
En cualquier caso, hay que llevar a cabo esa labor incesante de formación paralelamente a la profesión en la que «hincar codos» es esencial para refrescar técnicas ancestrales importantes para el desarrollo fundamental de cualquier actividad, o estar a la vanguardia de cada disciplina para que el talento evolucione y se transforme en hazañas memorables que ocurren en el día a día.
Igual que al sembrar y la semilla espera que el entorno sea favorable para su desarrollo, el talento en su particularidad debe encontrarse en un entorno favorable para expresar todo su potencial. Algo que a priori parece imprescindible, pero no siempre es así. Si ya de por si es extraordinario ver el potencial de cada individuo empeñando una tarea para que la que ha nacido, aún lo es más ver como hay gente que se impulsa a sí misma, sin apoyos ni casi medios, y vuela tan alto o más que las generaciones pasadas, forjando así un futuro que cada vez es más incierto, aunque seguro que el talento y la esperanza seguirán teniendo un papel vital para erigirlo.