Enrique Padrós nos desvela la historia de la cofradías en Barbastro

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Por Ángel Huguet

Enrique Padrós es “Delegado diocesano para las Cofradías y Hermandades” desde el 4 de junio de 2017 cuando se constituyó por medio de Decreto Episcopal con el objetivo, entre otros, de elaborar el censo de todas las existentes en la Diócesis de Barbastro-Monzón, dejar constancia de la situación canónica y civil de cada una. La mayoría están ya en el Registro de Entidades Religiosas (RER) del Ministerio de Justicia y por tanto tienen personalidad jurídica más allá de su presencia en la realidad social diocesana. Al mismo tiempo figuran en las “Guías para la gestión pública de la diversidad religiosa” del Observatorio del Pluralismo Religioso en España.


En clave personal, Padrós fue uno de los fundadores de la Cofradía del Descendimiento (1988) y el único “superviviente” del grupo de personas que la formó en la catedral “con ganas pero sin recursos”. Además, es cofrade de Nuestro Padre Jesús Nazareno que celebra 75 años de su fundación (1944). Sin duda, está entre los barbastrenses que mejor conocen la historia de las cofradías sobre la que Juan José Nieto escribió un libro publicado por la Junta Coordinadora (2011).
Respecto a la Delegación de la que forma parte José María Ferrer como consiliario, Padrós recuerda que “se planteó por iniciativa de las cofradías en los Encuentros celebrados en Barbastro, Albalate de Cinca, Alcolea de Cinca y Graus, en 2017, donde el obispo hizo el anuncio oficial de la Delegación que se constituyó el 4 de junio”.

La historia diocesana de cofradías “es rica en antigüedad y en número hasta el período de la Guerra Civil que llevó consigo comenzar de nuevo, en el caso de la Semana Santa que este año celebra el 400 Aniversario desde la primera procesión del Santo Entierro. Cuatro siglos lo dicen todo” resalta Padrós.
En este sentido, “las cofradías no penitenciales son más antiguas porque los orígenes datan de la Edad Media con la de Santa Eulalia, primera fundada en Barbastro, en el año 1138. Las siguientes, San Luis (1366), Virgen María (1408) y San Ramón (1410) entre otras son referencias muy antiguas en la historia diocesana”.

El listado actualizado de cofradías es de 40 pero no son todas, “faltan algunas de las que conocemos su existencia pero las registradas en el RER están en activo. Es una cifra razonable para una Diócesis extensa en territorio con mucha población rural y media de edad alta. Cada cofradía tiene actividad, algunas subsisten, todas en función de la religiosidad popular que pondera el Papa Francisco como manera legítima de vivir la fe y un modo de sentirse parte de la Iglesia, en palabras del pontífice”.
La regulación y nueva normativa del Registro de Entidades Religiosas, en junio de 2018, llevó consigo la necesidad de que las cofradías religiosas cumplan la normativa, “esa fue una de las primeras tareas que se llevaron a cabo en la Delegación y se ha cumplido bastante bien gracias al interés de las propias cofradías aunque hemos hecho todo lo posible por facilitar las cosas y seguimos en esa línea”.
En cuanto a cofradías no penitenciales, “se recuperaron la mayoría de las que había, algunas con antelación a las penitenciales pero han desaparecido casi todas las gremiales. En general, ha sido una constante histórica propia de diferentes situaciones y etapas. En los pueblos pequeños se conservan más las tradiciones originarias que las cofradías. En los últimos años no tenemos constancia de nuevas, al menos registradas en el Obispado. Es conveniente”.

“Acontecimiento extraordinario”

En la historia de la Diócesis, “que ha pasado por distintas y diferentes calamidades” reconoce que no es habitual que el Papa conceda un Año Jubilar extraordinario con indulgencias plenarias y ventajas que conlleva, “en esta ocasión para conmemorar un hecho destacado de 400 años de la celebración de la primera procesión general del Santo Entierro. Coincide con el 75 aniversario desde que se recuperó el movimiento cofrade, la bendición del actual paso del Santo Sepulcro y la fundación de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno”.
En este sentido, “con la cantidad de documentos que se perdieron, me parece extraordinario que se conserve el acta del año 1619 donde se narran todos los pormenores como la primera procesión y la curiosidad añadida de que en Zaragoza celebraron un acontecimiento similar gracias a la referencia en el acta de Barbastro. En la provincia de Huesca no tengo constancia de que se haya celebrado un hecho similar. Se considera un acontecimiento importante por su antigüedad después de desaparecer con todas las consecuencias y reiniciar”.
Recuerda que “se perdieron documentos, pasos y vidas porque el episodio de la Guerra Civil fue muy virulento, desastroso desde que se proclamó la República. La última procesión salió días antes y después se perdió casi todo, menos mal que estaba presente en la memoria popular y se recuperó después. En el transcurso del tiempo, hemos conseguido las declaraciones de Interés Turístico Regional y más reciente, la Nacional, en memoria de quienes hicieron posible la continuidad de las cofradías y de la Semana Santa”.

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