La capilla de los Mártires de la catedral de Barbastro acoge ya los restos de Mons. Alfonso Milián Sorribas, obispo emérito de la diócesis de Barbastro-Monzón, que falleció el pasado jueves, 26 de noviembre. “Las últimas palabras que guardo de don Alfonso era un wasap que me envió desde el hospital: gracias. ¿No debería ser la vida de todo cristiano una permanente acción de gracias? Don Alfonso era un hombre agradecido, sencillo, atento, sabía escuchar, acompañar, animar, contaba con los demás; siempre dispuesto a todo y disponible para ayudar a todos”, ha evocado el cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, don Juan José Omella, en la homilía exequial. Omella, que precedió a Milián en la sede aragonesa, ha dado las gracias “por el testimonio de la vida y de la muerte de un buen pastor, signo de la ternura y bondad de nuestro Señor, que expresamos con esta eucaristía, que siempre es acción de gracias”.
Acompañado por el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano; y los eméritos Vicente Jiménez y Manuel Ureña; así como de los obispos de Barbastro-Monzón, Huesca y Jaca, Teruel y Albarracín, Tarazona, Sigüenza-Guadalajara y Lérida, y medio centenar de sacerdotes, el cardenal Omella ha presidido la ceremonia y ha preguntado a los asistentes: “Si don Alfonso pudiera estar hoy aquí, ¿qué nos diría? Nos lo dejó escrito en su lema episcopal: Yo en ellos y Tú en mí”. Además, ha destacado el carácter de “hombre de oración” de don Alfonso, cuya labor ha repasado apuntando el trabajo catequético, en Apostolado Seglar, con Acción Católica o en Cáritas. “Ponemos la vida de don Alfonso, un hombre de Dios, sencillo y bueno, en manos de la Virgen del Pueyo y la Virgen de la Alegría”, ha añadido.
El báculo del obispo mártir, Florentino Asensio
El rito de las exequias, con la participación de los alcaldes de Barbastro y Monzón, autoridades, familiares del obispo fallecido, representantes de movimientos y asociaciones, delegados y fieles de la diócesis, se ha iniciado a las puertas de la Catedral con el recibimiento, por el cardenal, los arzobispos y obispos, del féretro, conducido a continuación por el pasillo central a los pies del altar mayor. El vicario general, Ángel Noguero, ha recordado que “nuestra celebración quiere ser signo y expresión de gratitud al Señor por el don de la vida de nuestro obispo Alfonso”.