Jorge Mur, autor del libro ‘El triunfo del arte. El Orfeón de Graus, 1914-1918’

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La monografía ‘El triunfo del arte. El Orfeón de Graus, 1914-1918’ es una muy interesante publicación en la que el historiador Jorge Mur Laencuentra repasa de forma muy amena la brillante historia de esta formación coral que hace ahora un siglo reunió a más de ciento cincuenta hombres, mujeres y niños, y que triunfó en sus conciertos de Zaragoza y Barcelona. El libro es también un documentado retrato de la vida de Graus y de los grausinos en esos años de la Primera Guerra Mundial en los que caló en la villa ribagorzana un singular proyecto cultural que surgió, auténticamente, de la nada y que asombró a toda España por la calidad de su propuesta surgida del empeño del musicólogo y pedagogo Manuel Borguñó.
-PREGUNTA. ¿Qué es “El triunfo del arte. El Orfeón de Graus, 1914-1918”?.
-RESPUESTA. Es un trabajo que nace con “Graus revisitado”, que fue un proyecto más general del Graus de cambio de los siglos XIX al XX y en el que intentamos contextualizar las imágenes de la muestra con mucha información y con abundante información obtenida en diferentes ámbitos. El abordar aquella época concreta más a fondo nos llevó a conocer algunos fenómenos que habían sucedido en Graus en aquel momento de los que se sabía de una manera superficial; uno de ellos fue, especialmente destacado por lo estético o por el significado que tuvo a muchos niveles fue el del Orfeón de Graus. Ahí nació el génesis de este trabajo en el que hemos pulido la historia que entonces se esbozaba, la hemos concluido con este libro, que es una monografía, un estudio específico de ese impulso histórico, de forma que pueda trascender en el futuro y no se quede en el recuerdo de una exposición que duró unos meses. Pensamos que es muy interesante que la historia del Orfeón se pueda trasmitir porque además de lo que representó en su momento, todavía tiene mucha vigencia su ejemplo por todos los valores que contiene. Sacrificio, mérito, lucha, fe…, son muchas facetas de una historia que no fue individual sino colectiva, secundada por todo un pueblo y a la que se rindieron ciudades y músicos acostumbrados a lo mejor de la música coral en aquel momento.
-P. El Orfeón de Graus fue un sueño de Manuel Borguñó, un pedagogo que había caído en Graus, un mucho, por casualidad.
-R. Sí, Borguñó es el auténtico factótum, el guía de todo un pueblo en esta aventura. En Graus había una tradición artística y musical representada en aquel momento, entre otros, por un grupo muy curioso que funda el showman Antonio Beltrán de, entonces, fama internacional, una banda de música fundada treinta años antes del Orfeón, mucho teatro desde los círculos sociales, música coral en la iglesia o en los colegios… pero Borguñó es capaz, por un lado, de convencer a la gente más influyente del pueblo de que era necesario hacer un Orfeón, que fuera mixto y con voces jóvenes, algo no visto por entonces y menos en una localidad pequeña, rural y tradicional como era la grausina, y por otro, el que consigue con su método pedagógico enseñar a un numeroso grupo que, salvo unos pocos, tienen nulos conocimientos musicales a cantar y conocer las notas con una serie de movimientos y de posiciones de brazos y manos y lo hace, además, consiguiendo que interpreten con precisión un repertorio muy extenso, muy variado y de fuerte complejidad técnica. Algo que se vio favorecido por la calidad de sus dos solistas, Pepita Sazatornil y Conchita López, y que conformó una agrupación coral que maravilló a todos los que la escucharon, con rotundos éxitos en Barbastro, Zaragoza y Barcelona ante lo más granado de la escena musical del momento, y que podría haberlo hecho durante mucho más tiempo si hubieran podido llegar a actuar en el Teatro Real de Madrid, una actuación que se suspendió tan sólo un mes antes de producirse por culpa de los estragos de la “gripe española” entre los componentes de la agrupación.
-P. ¿Cómo “cae” Borguñó en Graus?,
-R. Se dan varias casualidades. Es destinado a Africa a hacer el servicio militar y ahí contrae una enfermedad respiratoria. Aconsejado por los médicos de su ciudad natal, Barcelona, que busque un clima más seco y tras trabar relación con el grausino Joaquín Samblancat, en febrero de 1914 se acerca a Graus para conocer el lugar, quedándose maravillado del entorno y de las personas. Finalmente, se instala en mayo con su pequeña familia y, casualmente, se alojan en la casa de Joaquín Costa. Inmediatamente se pone a trabajar en las posibilidades que tenía la localidad para un profesional como él: da clases de música particulares e interpreta canciones y sonoriza al piano las proyecciones del cine Ideal, entonces mudo, y al cabo de unos meses firma un contrato para crear y dirigir el Orfeón. No obstante, el rendimiento económico que obtiene de estos afanes es escaso y confiesa después que pasó los cuatro años y medio de su residencia en Graus casi con lo justo para poder sobrevivir y que lo que le ha mantenido en el pueblo ha sido la pasión y la ilusión que tenía por hacer del Orfeón algo lo más grande posible.
-P. Es un pedagogo que va por libre, ajeno a las grandes corrientes del momento.
-R. Es el introductor en España de alguno de los métodos de pedagogía musical europea que reinterpreta y en los que profundiza para crear un corpus nuevo de enseñanza. Tiene mucho interés en que la música llegue a la escuela pero en que lo haga con unas características determinadas, en que se adapten esas enseñanzas musicales a las características del pueblo en el sentido antropológico. Consideraba que en España se estaban haciendo las cosas que no eran las más adecuadas y, de hecho, una vez acabada su etapa en Graus, de vuelta a Barcelona tiene relaciones pedagógicas con la Generalitat que se rompen con el inicio de la guerra civil y le obligan a marcharse de Cataluña, haciéndolo al lugar más alejado posible; Canarias donde ejercerá un magisterio musical por el que todavía se le recuerda. Pero antes, en Barcelona, participa en una agria discusión contra Lluis Millet y otros directores de su cuerda por la forma de enseñar música. Llegan a unos niveles de confrontación muy grandes que tienen como trasfondo la dirección de las escuelas de música barcelonesas. Borguñó se mantiene fiel a sus ideas hasta el final de sus días; muere en Madrid con ochenta y nueve años a punto de editar el libro con el método eurítmico tonal y vocal que había defendido durante toda su vida tras haber realizado una intensa labor docente que le había llevado a participar en congresos en Francia o Rusia y que, fuera de nuestro país, había hecho de él uno de los pedagogos más relevantes, algo que no ocurría en nuestros país por los problemas que hemos comentado.
-P. ¿Cómo se produce en Graus ese hermanamiento entre director y dirigidos que da como resultado el Orfeón?.
-R. La verdad es que no lo sé. Es difícil de valorar porque, aunque tenemos muchas fuentes de ese momento, nos faltan datos concretos. En el libro se ve como varía la relación de la Junta del Orfeón con Borguñó durante la vida de la agrupación: al principio Marcelino Gambón es el hombre fuerte y uno de los principales valedores del director en Graus y, en cierta medida, el estandarte de la defensa del Orfeón frente al sector más caciquil y retrógrado del pueblo. Significativamente, el ayuntamiento en ningún momento apoya esta iniciativa porque se mezcla lo político con lo artístico y lo docente, un juego en el que el Orfeón nunca quiso entrar pero al que se vio empujado por la personalidad de sus cabezas más visibles que representaban una facción distinta de la que gobernaba entonces el consistorio. Borguñó insiste en todo momento que el Orfeón no es político ni puede ni debe serlo. Y con la gente del Orfeón la relación fue excelente; no hay más que ver las pruebas de cariño que recibe en distintos momentos como cuando muere su hijo, con ocasión de los conciertos, de los viajes o en su despedida de Graus. Creo que los grausinos supieron valorar en aquel momento la implicación y valía de Borguñó; lo vieron como un auténtico ángel, que es lo que fue para ellos, que les ofreció la aventura de su vida y les hizo protagonistas de una historia auténticamente de película.

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