COLABORACIÓN || Belentuela
Llega la Navidad y el momento maravilloso de reunimos en las casas con la familia. Esas personas que sabes que siempre están allí incluso habiendo kilómetros de por medio. Esas personas que sabes que te quieren. Esas personas a las que quieres. Ese momento sirve muchas veces para ponernos al día y sacar a relucir sobre la mesa situaciones compartidas por muchos de los allí presentes. Hace unos días, mientras charlábamos con mamá sobre el menú de Nochebuena, ella a la par procedía a coser un botón en una pequeña camisa. Me fijé en su lata de botones. Siempre me ha resultado curioso el hecho de que en todas las familias haya un armario donde, si lo abres, aparece una lata de botones. Y me hizo pensar.
En ocasiones, cosas tan insignificantes tienen un significado emocional que para cada uno de nosotros y nosotras pueden ser muy especial. Así que se me ocurrió una idea. Escribir un cuento sobre botones?. Para ello dispondríamos los botones sobre un pequeño trozo de tela. Juntando la lata de mamá con la mía (que también la tengo) tendríamos un montón de botones. ¡Será por botones! Grandes, pequeños, de colores, blancos, bonitos, no tanto, de nácar, de tela, de color oro…Y est voila! Es entonces cuando me di cuenta de que ante nosotras se abría una lata cargada de recuerdos y nostalgias. Porque lo que encontré allí eran botones que nuestras familia había utilizado a lo largo de los años, cada uno con su propia historia y conexión emocional. Mientras los cosíamos en el trozo de tela, pude experimentar que estos diminutos objetos eran un recordatorio palpable de la vida y de las experiencias de cada uno de nosotros. De nuestra familia. Y lo que es mejor, en esos momentos que pase con mamá pude evocar una sensación de cercanía y conexión maravillosa con ella. Vimos la lata de botones como un tesoro lleno de historias y recuerdos familiares. Recordábamos cada una de las prendas en las que un día lucieron esos botones: “el de la camisa del bautizo de tu primo, el de esa camisa de papá que tanto le gustaba, el del abrigo de la abuela, el de ese pantalón del que mi hermano nunca se quería desprender…” Y así, durante unos días aprovechamos la oportunidad para compartir juntas ese tiempo que a veces “no tenemos”. Tiempo para los nuestros. Escuché a mamá, le iba preguntándo sobre uno, sobre otro y ella que tiene una memoria excelente narró esas historias que ya van quedando atrás. Me sentí más cerca si cabe de mi familia. Y en mi haber, tengo sin haberlo imaginado, uno de los momentos más especiales de los últimos tiempos.
Está claro que el valor de los objetos no solo lo encontramos en su aspecto físico. Si vemos más allá encontraremos emociones y recuerdos dignos de experimentar.
Estas navidades, mientras estemos degustando el cardo con bacalao que nunca falta en Nochebuena sacaré el tema de los botones. Al fin y al cabo seguro que disfrutaremos de los momentos que van siendo tesoros de vuestra propia vida, y que sin demasiado protagonismo esa lata de los botones guarda.