La lluvia que cayó hasta poco antes de su comienzo condicionó este miércoles en Graus el desarrollo de la conocida como Procesión de las Beatas o del Farolé. Incluso se llegó a anunciar oficialmente su suspensión, pero las ganas de muchos fieles de procesionar tras dos años de ausencia y el leve resquicio de mejora climática que se fue intuyendo conforme se acercaba la hora del comienzo de la procesión hizo que se reconsiderara la intención primera y que, aún en una versión muy reducida, prácticamente testimonial, finalmente los procesionantes tomaran de nuevo las calles grausinas del entorno de la iglesia parroquial de San Miguel.
Lo hicieron en bastante menor número de lo que era habitual en los últimos años antes de la pandemia en que, tras una época de decadencia, esta procesión había consolidado un enorme poder de convocatoria y, desde luego, siendo muchos menos de los que se esperaba a priori en esta Semana Santa de 2022 en la que se nota en el ambiente –también en el grausino- las ganas de salir a la calle y de tomar parte en este tipo de celebraciones como una demostración de vida y de ganas de recuperar hábitos cotidianos y, posiblemente en bastantes casos, como muestra de expiación o de cumplimiento de promesas por haber podido hacer frente a la pandemia.
Una de las prioras de la Cofradía de la Magdalena y la Soledad, Marisa Bergua, explica que fueron precisamente los fieles que deseaban salir en procesión, y que desde un rato antes del comienzo previsto se fueron congregando en las inmediaciones de la iglesia de san Miguel, los que animaron a celebrar esta ceremonia procesional. «Había muchas ganas –comenta-, muchos padres acompañados por sus hijos pequeños que llevaban dos años sin poder salir con sus “farolez” y al final decidimos organizar una mini procesión con un recorrido muy reducido, pero que fue muy emotiva».
No hubo Via Crucis ni se representaron escenas de la Pasión, algo que es habitual durante el transcurso de esta procesión grausina pero que tampoco estaba previsto este año si las condiciones climáticas no hubieran alterado el desarrollo su procesión. La pandemia todavía vigente sigue condicionando todos los actos de la vida cotidiana y las celebraciones de Semana Santa no se escapan a esta dinámica. Por ello, esta procesión de las Beatas no iba a salir de ninguna manera desde La Peña y se había previsto ya con anterioridad reducir su recorrido privándole de uno de sus momentos más espectaculares que es el de la bajada desde esta Basílica en completa oscuridad solo iluminada por los resplandores titilantes de los pequeños faroles portados por los procesionantes . Para el espectador que se encuentra en la parte baja, el cortejo procesional parece que discurre acompañado por una lengua de fuego, en una de las imágenes más características e impactantes de esta ceremonia.
Históricamente este era también uno de los momentos más complicados de la procesión ya que hasta bien entrada la segunda mitad del pasado siglo era habitual que varios grupos de pequeños vándalos se apostaran tras los peñascos que flanquean el camino y, armados con tirachinas, se dedicaran a intentar romper las envolturas en papel de los faroles para que se prendieran con las llamas de las velas que preservaban ocasionando momentos de confusión y cabreo entre los procesionantes. La costumbre fue decayendo, los tirachinas han desaparecido de la panoplia de juegos infantiles y los faroles encierran desde hace años pequeñas bombillas –ahora leds- que no arden cuando se rompen por lo que esta “tradición” solo se conserva en la memoria de los grausinos más mayores.
La procesión recibe sus nombres del hecho de que históricamente haya sido protagonizada por mujeres y niños que realizan el recorrido en un ambiente de honda devoción y recogimiento acompañados por las luces titilantes de los farolillos que rompen tenuemente la oscuridad que acompaña su marcha por las calles de Graus. Hasta no hace mucho ésta era en Graus la procesión femenina mientras que la del Viernes Santo solía tener una mayor presencia masculina y, aunque ahora la división no es tan concluyente, el protagonismo femenino sigue siendo una de las características más singulares de este cortejo procesional.
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