Hace unos días Cepyme entregaba, por segundo año consecutivo, sus premios a empresas de las 33 comarcas aragonesas como reconocimiento a su esfuerzo, no solo por ser pequeñas y medianas, sino por constituir un elemento clave para la vertebración del territorio y el asentamiento de la población en el medio rural. Un galardón que supone un reconocimiento a estas empresas que constituyen el eje vertebrador de la economía aragonesa y que en esta ocasión recayó en Ribagorza en la histórica Pastelería Puyet de Graus. Carlos y su hermano Felipe son ahora los gerentes de esta empresa casi bicentenaria que sigue endulzando el día a día de los ribagorzanos y, gracias al turismo y también a Internet, de otras muchas gentes en los más variados destinos.
-Pregunta. ¿A cuándo se remonta la saga de los Puyets turroneros y pasteleros?.
-Respuesta. El primer dato que tenemos es de Alejandro Puyet Castillón que en una feria de 1834 cogió una pulmonía y falleció de resultas. Es la primera noticia que tenemos de la tradición turronera de nuestra familia; después tomó el relevo su hijo y su nieto, luego mi abuelo, mi padre siguó, entró mi hermano mayor Felipe y a mí no hizo falta empujarme mucho.
-P. Los Puyet empezaron como turroneros y tenían a gala elaborar los primeros turrones de la comarca que solían salir para las ferias de noviembre.
-R. Mucha gente que conocía a mi abuelo me han comentado los juegos que hacía en estas ferias para promocionar sus turrones. En Lascuarre, cuya feria de San Martín era parada obligatoria, todavía se mantiene la tradición del juego del cacho en que se sortean tabletas de turrón. Por casa aún tenemos las cartas –enormes- con que realizaba el juego el abuelo Felipe en todas las ferias a las que acudía. Y también se sigue jugando a una suerte parecida por Tierrantona; no sé si fue un invento del abuelo o era algo que se hacía por entonces en otras partes y que él puso de moda en Ribagorza y las comarcas vecinas.
-P. ¿Cómo es ahora mismo la empresa Pastelería Puyet?.
-R. Le estamos dando bastante tute. Para que engañarnos; a todos nos afectó la gran crisis de estos últimos años y tuvimos que ponernos los machos, y bien prietos, porque las cosas no iban bien. Tuvimos que empezar a darle vueltas y ahora tenemos tres líneas de producción totalmente abiertas que funcionan paralelamente: una es la turronera, que no la vamos a dejar para nada, pero nos hemos dado cuenta de que buena parte de la clientela lo que demanda es chocolate, el bombón que empezó a hacer mi padre y continuó con él mi hermano. Está esa línea que es tremenda durante dos meses –empezamos a producir a partir del 20 de septiembre de cara a la campaña de Navidad- y nos estamos planteando hacer una remodelación en nuestras instalaciones para que nos permita producir esta parte chocolatera durante todo el año en condiciones óptimas de calidad y temperatura. Luego tenemos la línea de pastelería, que la mantenemos y en la que hemos optado por buscar la máxima perfección en cada pieza y en cubrir la demanda específica del cliente, y por último tenemos la línea, importantísima, del pan. Tanto mi padre como mi hermano han hecho dos masas madres y nos salen unos panes no muy estéticos pero que recuerdan, que son iguales, a los que se hacían en las panaderías de antes que te aguantan dos o tres días sin problemas.
-P. Vuestra empres fue pionera en el Alto Aragón a la hora de comercializar los productos, sobre todo los turrones, por Internet.
-R. Todo empezó porque mi abuelo tenía mucha amistad con los Barrabés de Benasque y, cuando estaban empezando con el comercio electrónico, un día nos subimos a hablar con ellos. Nos empezaron a meter el gusanillo dentro; se nos planteó poner una cuña publicitaria en El País y ese año fue tremendo cómo subieron las ventas de turrón a través de Internet. Y desde entonces no hemos parado, pero de momento solo nos podemos dedicar a la producción y venta de turrón on line porque no estamos capacitados operativamente para vender otra cosa. Eso sí, la venta del turrón es muchas veces, más que un negocio, una inversión en propaganda y en fidelización de nuestros clientes.
-P. Tu padre, Felipe, fue el que dio el salto de especialización desde la turronería hacia la pastelería de alta gama. Se formó con alguno de los mejores pasteleros de Huesca y Lérida y trasladó sus conocimientos a Graus.
-R. Mi padre ha tenido siempre un don especial para la pastelería. Tiene muchas virtudes y una de ellas es que nunca da nada por terminado, siempre busca la máxima perfección. Fue el primer pastelero de la provincia de Huesca que trajo la nata, antes todo se hacía con mantequillas y merengues, para hacer tartas, apostó por renovar los turrones tradicionales y gracias a mi padre, a mi madre y a ese don y esas inquietudes hemos seguido investigando y especializando en el mundo de la pastelería. Ellos sentaron las bases, luego llegó mi hermano, que es un artista, que le gusta mucho este mundo y que disfruta con él y yo también me he metido en este asunto porque lo he mamado desde pequeño.
-P. ¿Qué ha supuesto este premio para Pastelería Puyet?.
-R. Mucho, mucho porque detrás de nuestra familia hay un equipo con el que llevamos un porrón de años, que hemos pasado malos momentos y hemos sabido sobreponernos y el premio es un reconocimiento para todos ellos. Siempre digo que si no estuvieran ellos detrás esto no podría funcionar. Somos diez personas y este galardón viene a certificar el trabajo de todos nosotros.