Con las limitaciones y prevenciones marcadas por la situación sanitaria, los vecinos de La Puebla de Castro se sumaron el pasado sábado al homenaje a su convecina Fernanda Barragán Silva que, nacida un 18 de noviembre de 1920, se ha sumado al club de los centenarios residentes en Ribagorza.
Estuvo acompañada y arropada por sus tres hijas y buena parte de sus ocho nietos y seis biznietos que, unánimemente, destacaron su papel como propiciadora y garante de la unión familiar, su permanente vocación de ayuda a los demás y su generosidad.
Aunque vio la luz en la localidad pacense de Medina de las Torres, su familia y ella llevan residiendo en La Puebla desde 1962. Aquí llegó con sus cuatro hijas -Carmen, Josefa (fallecida en 1971) , Antonia y Pruden- siguiendo a su marido, José Antonio Mancera, que se había desplazado a tierras altoaragonesas en busca de trabajo y lo había encontrado en la Central de San José.
Poco duró la felicidad ya que su esposo falleció tan sólo un año después tras un trágico accidente. A partir de ese momento la vida de Fernanda cambió completamente ya que tuvo que sacar adelante a su familia dejando a un lado la tristeza que la embarga. Lo hizo con gran entereza y una fortaleza de ánimo que supo imbuir a sus seres más cercanos.
Encontró trabajo en diversos establecimientos pueblenses y hacia 1970 se integró como ayudante de cocina en la recién creada entonces EFA El Poblado de El Grado.
La vida le volvió a dar un duro golpe en 1971 con la muerte de su hija Josefa. La sensación de profunda tristeza se vio paliada en parte con las bodas de sus hijas y el nacimiento de nietos y biznietos que siempre han contado con el amor y la protección de la abuela Fernanda, «la que –comentan estos- era capaz de cualquier cosa por mantener la unión y la felicidad de todos nosotros».
Ahora el alzhéimer ha borrado sus recuerdos, pero los suyos y sus convecinos siguen recordando sus sonrisa, sus consejos, su tenacidad y su cualidad de mujer luchadora «capaz de mucho con muy poco» que hizo de ella «una persona entrañable que siempre tiene palabras de apoyo para el que necesita consuelo».