Recordemos por un momento la pandemia. Quizás no tanto el día a día, porque la monotonía hizo del confinamiento una gran laguna mental en nuestras vidas, sino más bien el episodio completo. El haber pasado por eso nos va a valer la baza de sacar un titular histórico en las comidas familiares del futuro, y nuestros tataranietos se van a hartar de oírlo.

No es para menos. Como trauma global nos llevó a replantearnos quiénes éramos, e inspiró conversaciones acerca de cosas que dábamos por sentadas. Es el caso de la vuelta al medio rural, que dio que hablar lo nunca visto en las últimas décadas. Es verdad que los que más romantizaron el anhelo de dejarlo todo para ir a un pueblo fueron los mismos que pensaban que las alcachofas salían de los árboles, y aquello duró lo que la nueva normalidad. Pero en líneas generales ha revalorizado una corriente de pensamiento que podría suponer el antídoto contra la despoblación.

Si bien las previsiones mantienen que cada vez una mayor parte de la sociedad vivirá en grandes urbes, hasta un 68% en 2050 según el Informe Mundial de las Ciudades, eso no quita que el campo también pueda crecer. Y frente al cuestionamiento de la calidad de vida del modelo urbano, hoy en día existen alternativas más vigentes que nunca, como el teletrabajo o las famosas casas a 1€ en algunos municipios de España. Así que, si sientes la llamada, te presentamos unas cuantas ventajas de vivir en un pueblo que te terminarán de convencer.

  • Comunidad vs. Sociedad

En un pueblo todo el mundo mira más por los demás. Se trata de un lugar por definición más colaborativo que las ciudades, ya que el sentimiento de pertenencia cierra filas en torno a la idea de actuar como una gran familia (en un pueblo tienes como siete abuelas), mientras que en las ciudades impera el concepto de sociedad de masas (tal vez ni conozcas al vecino de abajo). A cambio, el sistema de creencias de una localidad pequeña tiende a basarse en convenios de opinión compartidos y una menor pluralidad.

  • ¡Hola buenos días!

Si en la ciudad eres uno más, aquí cualquiera al fresco sabe más de ti que tú mismo. Saludar por la calle se convierte en norma, y los capazos ayudan a establecer relaciones sociales duraderas y generar una confianza genuina entre personas. Eso sí, despídete del anonimato porque las ventanas hacen las veces de cámaras de vigilancia.

  • “Esto está aquí al lado”

En Madrid esa frase significa que tu destino se encuentra dentro de la M-30 y que “sólo” tendrás que coger dos líneas de metro y caminar un rato más para llegar a él. Por su parte, en un pueblo das cuatro pasos y ya comienzan las afueras. Da gusto tenerlo todo a un minuto para conciliar el ir a comprar la cena con quedar con tus amigos sin ir más lejos.

  • Sal a que te dé el aire

Lo de respirar aire puro se lleva diciendo desde hace mucho y con razón. No hay atascos de tráfico, ni islas de calor, ni niveles de contaminación peligrosos. Está probado científicamente que todo ello contribuye a reducir el estrés y mejorar nuestra salud, haciendo del estilo de vida rural uno de los más healthy. ¡Y además se ven las estrellas!

  • Las acelgas, del huerto

Al hilo de lo anterior, también lo que se come suele ser de mayor calidad. Cualquier día te puede llamar alguien a la puerta para darte unas acelgas que acaba de coger del huerto [Paco que hoy se ha despertado de buen humor]. Pero lo que en realidad te está dando es el santo grial de la nutrición: orgánico, kilómetro cero y de temporada.

  • Comprar una casa es posible

Así como el costo de la vida, las viviendas son más baratas que en una ciudad, y desde el ayuntamiento ponen varias facilidades para acceder a ellas. Esta institución fomenta asimismo la incorporación al mercado laboral de la zona, a pesar de que la oferta de puestos de trabajo no sea altamente cualificada.

  • Cubatas a 4€ en las fiestas mayores

Nada más que añadir.

¿Se nos ha pasado alguna? Desde luego no es lo mismo contarlo que vivirlo, ni veranear unos días que pasar un año entero. Como modo de vida depende mucho de la persona, de si le encaja o no, porque no todo es de color rosa. Muchos son los retos que el mundo rural tiene por delante para garantizar su supervivencia, pero si se está dispuesto a luchar por ellos, no hay nada más reconfortante que la certeza de estar “en el mejor lugar del mundo”.

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