Presidenta del Colegio de Arquitectos en la provincia de Huesca
Nacida en Barbastro, Ana María Torres es la presidenta del Colegio de Arquitectos de la provincia de Huesca. Lo lleva en la sangre, puesto que desde muy pequeña ya se ponía a dibujar, y reimaginar, pueblos abandonados de la Sierra de Guara. Eso le llevó a realizar sus estudios de arquitectura en la Universidad de Navarra, la Ca Foscari de Venecia (Italia), y empezar a ejercer su profesión en Madrid. Tras adquirir experiencia dentro del gremio, en 2002 funda el estudio Ana Torres Arquitecto en su ciudad natal, con el que siempre ha mantenido la actitud de aprender de cada proyecto y de poner el foco en el medio rural.
¿Qué supone la arquitectura para la economía rural?
Existen dos corrientes dentro de la arquitectura rural. Una destinada a la preservación de los espacios ya establecidos en medios rurales, y la otra orientada a generar edificaciones que favorezcan el turismo y el desarrollo del medio.
La intención como arquitecto, proyectista y urbanista ha sido siempre la de restaurar y conservar. En este sentido, procuramos mantener los elementos constructivos más significativos y los materiales primitivos existentes, destacando los suelos de baldosa cerámica o hidráulica, el techo de madera, cubiertas a dos aguas de pendiente, la teja cerámica o lajas de piedra en la montaña. Así, la prioridad en las obras es contar con trabajadores y materiales de la zona que no nos hagan depender tanto de la logística del transporte.
El resultado es un ejercicio de contención mayúsculo, pudiendo palparse en el ambiente el respeto por la tradición y los elementos vernáculos de cada valle.
¿Cuáles serían las principales características de la arquitectura rural?
La principal característica de la arquitectura rural es la integración con el paisaje circundante y el consumo responsable, y de ahí se desprenden perspectivas técnicas para las intervenciones arquitectónicas.
Por ejemplo un techo verde, una terraza ajardinada o un patio son brillantes herramientas de diseño que ayudan a regular la temperatura de un edificio, mejorar la circulación del aire y reducir el consumo energético.
A su vez, en el entorno no urbanizable se rehabilitan bordas y cabañas que gracias a las nuevas tecnologías no están conectadas a redes de servicios públicos y se alimentan exclusivamente con energía fotovoltaica. Esto subraya, además, el compromiso de los proyectos rurales con la sostenibilidad y el respeto por el entorno natural.
¿Cómo podría ayudarse a los jóvenes a instalarse en el medio rural?
Para ayudarles yo les aconsejaría que vuelvan atrás. La historia de la humanidad está escalando a ritmos acelerados, pero deberíamos volver a considerar la naturaleza en su esencia. El sistema, sin duda, no lo pone nada fácil, pero pausar esa vertiginosa escalada será muy importante para ellos.
En Huesca, los pueblos originarios son parte fundamental de la diversidad cultural y étnica de nuestra región. Y lo más bonito de esta profesión es que nosotros marcamos un camino, y luego empiezan a aparecer personas que lo enriquecen y lo complementan. Cuando una casa ha funcionado bien durante todo el proceso, los que viven en ella se transforman. Para bien, obviamente. Ese es el mayor placer que tenemos como arquitectos: dar ese plus a una familia, a una pareja o a un grupo de personas. Darles otra manera de vivir y de disfrutar del espacio.
¿Cómo se concilian las últimas innovaciones en arquitectura con el medio rural?
El espíritu de vanguardia es, precisamente, combinar tradición y contemporaneidad. Sin él, la tradición se queda en una especie de nostalgia. Siempre he sido una firme defensora de integrar la naturaleza en los edificios, pero después de la pandemia quería hacer una arquitectura aún más amable con ella.
Asimismo, la construcción y rehabilitación de viviendas pasivas nos ofrece grandes oportunidades de innovación, al tratar de reducir al máximo su demanda energética y optimizar su eficiencia, dado que reducen notablemente los recursos que necesitará la casa. Criterios como la orientación de la vivienda, los materiales empleados, el aislamiento térmico, la ventilación, el uso de energías renovables y la propia función de la casa abren un mundo de posibilidades de la mano de las últimas tecnologías.
En definitiva, la arquitectura y el urbanismo tratan de facilitar a los demás la manera de vivir, de disfrutar del espacio y de preservar el patrimonio cultural.