Los Servicios Sociales siempre trabajan en primera línea. En primera línea para echar una mano a personas vulnerables, pero desde hace un año la primera línea se ha convertido en una urgencia permanente para hacer frente al torbellino de la covid.
“Desde los Servicios Sociales de la Comarca de La Ribagorza-comenta María José Gil, técnico del área- nos adelantamos en unos días y diseñamos diferentes escenarios pensando en cómo suavizar el impacto y en garantizar la seguridad de trabajadores y usuarios. Recuerdo-comenta Gil- que muchos usuarios se mostraban un poco sorprendidos, pensando que la realidad del covid no llegaría a nuestro territorio”.
La primera necesidad fue la sanitaria. Decidir qué casos eran imprescindibles de atender en su domicilio y cuáles no, pero en todo momento hubo mucho contacto telefónico con las personas. Para la institución comarcal esta pandemia ha supuesto un rediseño en todos los servicios. Se optó por mantener al personal y reasignarlo a otras tareas que aparecieron como necesarias. Así, Juventud y Deportes se incorporaron a Logística Covid.
Tras el primer impacto de la crisis sanitaria comenzaron a llegar los daños colaterales, fundamentalmente de índole emocional y económico, sobre todo, en la zona alta del valle de Benasque, más dependiente de la actividad turística. “Se trata de personas no habituales en los servicios sociales que, en este momento puntual, se han visto golpeados por la crisis. Cabe esperar que su necesidad sea transitoria una vez se reactive la economía”. En 2020 se triplicaron el número de prestaciones económicas concedidas por la entidad comarcal y, en 2021 se mantiene un ritmo similar. “Esta siendo duro para muchas familias de nuestro entorno”, puntualiza.
Para apoyar a esta emergencia de ayuda se creó primero un centro logístico en Graus y, con posterioridad vista la evolución de la pandemia, otro en Castejón de Sos. Desde estos puntos se distribuía comida preparada, alimentos o equipos de protección. Además, desde Servicios Sociales se han atendido peticiones para pagar alquileres. Todo el dispositivo de ayuda se adaptaba a las necesidades del momento, según la covid.
Gil expone que ha sido un año duro, agotador y a veces doloroso, pero “hemos aprendido mucho y, un a vez más, se ha puesto en valor el trabajo de la Comarca, “el trabajo en equipo político-técnico dentro de cada área, la respuesta de los profesionales, en concreto de mi área pero me consta, porque lo he vivido de cerca, que en el resto de las áreas ha sido una respuesta similar, una respuesta basada en la puesta a disposición de la causa, sin condiciones, deseando aportar y colaborar para garantizar la prevención, la atención y la seguridad de la población”.
También destaca Gil “el apoyo de asociaciones, entidades privadas y personas que, voluntariamente se han unido a nosotros, donando productos de primera necesidad, realizando mascarillas, donando materiales,… así como el apoyo de entidades públicas locales como los ayuntamientos, los Centros de Salud, el equipo sanitario Covid de Barbastro, Guardia Civil… La coordinación, en todo momento ha sido fabulosa y de apoyo mutuo. Y el apoyo también de entidades públicas supracomarcales como la DPH o la DGA, “en mi caso, el Instituto Aragonés de Servicios Sociales que en todo momento nos han ido compartiendo propuestas y nos han ido informando de todas las novedades legislativas”.
Finalmente destaca Gil “la excelente actuación preventiva realizada por los centros residenciales, con los que hemos mantenido contacto diario y hemos colaborado en todo aquello que nos han precisado. En la actualidad seguimos sin bajar la guardia y deseando que pronto llegue el momento en el que podamos volver a trabajar en lo importante en lugar de en lo urgente”.