COLABORACIÓN || Cristina Aibar
De Madrid al Sobrarbe. Qué bonitos son los contrastes. Pero más bonito es poder elegir. Cuánta belleza hay en el movimiento, en los cambios, en las oportunidades que llegan o en las que buscas y tomas.
Llevo ocho años en el municipio de Aínsa. Mi condición de periodista me ha permitido conocer a muchas personas del territorio. De entre todas las historias, tengo predilección por las de mujeres pertenecientes a otra generación. Una lejana que no tenía agua corriente o luz eléctrica. Una que lavaba la ropa en el río, trabajaba en el campo y apuntalaba con su tesón la supervivencia del hogar. Esa que, con frecuencia, se vio obligada a emigrar y, décadas después, eligió volver aquí.
No se trata de llegar a los pueblos empujadas por la utopía de la vida en la naturaleza. De ser valientes y lanzarnos a escribir nuestro camino en lugares remotos para demostrarle al mundo lo fuertes y valientes que somos. No se trata de cabezonería o imperativo moral. Se trata de ser feliz. De estar en paz y sentir que todo cobra sentido allá donde nos ubiquemos. Sea en un pequeño pueblo de Sobrarbe o en una gran ciudad europea.
Qué suerte cuando puedes volver. Cuando decides quedarte. O cuando puedes llegar. Qué suerte ser rural. O ubana. Qué bonito es ser mujer, libre y poder elegir. Qué bonito Sobrarbe, y qué bonito mi Madrid.