Por Ana Pascual
Este montañero ha recopilado en dos años las cien cimas desde las que poder contemplar Aragón, una trabajo que reúne pasión por el territorio pero también pos su montañas. Con é descubrimos cuál es el origen de este libro y aquélla montañas que inevitablemente tienen un especial sentimiento para él. Además, como vocal del Club Pirineísta Mayencos de Jaca nos explicó que actividades se realizan y nos recomienda tres excursiones que no debemos perdernos este invierno.

¿Qué nos encontramos en ‘Cien Cimas, cien paisajes’?

Difícil resumirlo en una frase, pero en definitiva es la oportunidad de recorrer Aragón y poderlo contemplar desde sus alturas. Si nos metemos ya en terreno más personal, podríamos decir que es la consecución de una pasión por el territorio y sus montañas.

¿Cuál es el origen, qué te impulsó a escribir este libro? ¿Cuáles serían las claves?

Esto comenzó como un reto personal de hacer la cumbre más alta de cada comarca. Trasladé la inquietud a PRAMES, cuyo responsable editorial, me conminó a hacer tres, que más el Aneto hacen la cifra redonda de 100. Asumimos el reto por ambas partes, prestándome toda clase de facilidades ya desde el comienzo con ayuda técnica cartográfica.  

La FAM y Turismo de Aragón también han estado involucrados en el proyecto; pero la mayor colaboración, sin la cual no hubiera sido capaz de sacar esto adelante, ha estado de mano de los clubes de montaña, que al contactar con los más representativos de cada comarca, se han volcado en asesorarme, incluso acompañarme sobre el terreno. En definitiva, aunque el libro lleve mi firma, es una obra coral del montañismo aragonés, al que le estoy muy agradecido.

¿Cuánto has tardado en recopilar toda esta información? 

Me gusta hablar de cuatro fases: el proyecto, el trabajo de campo, la posproducción y la difusión. El trabajo de campo propiamente dicho me llevó cerca de dos años y medio, y la totalidad en torno a cuatro.

¿Cuál es el objetivo de esta obra?

Aragón es tierra de montañas. Está surcada por dos grandes sistemas, los Pirineos al norte, y el Ibérico al sur, y entre ambos una gran depresión, la del Ebro. Por otra parte, hay muchas guías de montaña, pero la orientación que tiene esta es inédita. La particularidad que tiene es que trata a todo el territorio por igual, es decir, tres montes por cada una de las 33 comarcas. Y la dificultad precisamente ha estado en fijar los objetivos, ya que en las comarcas montañosas hay mucho para elegir, y en las llanas ha habido que emplearse a fondo para encontrarlas, teniendo que acudir a otros criterios para acompañar a los escasos puramente montañeros. Criterios de otros ámbitos, otras manifestaciones de la naturaleza, historia, patrimonio… El objetivo, en definitiva, es compartir, acercar las montañas y el territorio.

Reúnes picos de todas las comarcas de Huesca pero seguro que hay alguna que tiene un sentimiento especial para ti…

Si me preguntas por comarcas, respeto y admiración por todas, especialmente por las pirenaicas. Y si me preguntas por montañas, sí, en el ámbito personal, hay una, Peña Telera, que tiene un profundo arraigo en mi alma. La subí en 1974 con un numeroso grupo de chavales de 14/15 años, algo que hoy sería impensable.

¿Cuál crees que sería la más dura?

De todas las rutas descritas, claro, las más duras en general son las pirenaicas, pero en especial la del Vignemale, cuyo itinerario más asequible es por la vertiente francesa, pero claro, no podíamos incluir esa ruta en una guía de montaña de comarcas aragonesas, de modo que hubo que acometerlo desde el Sobrarbe, concretamente desde Bujaruelo, y su dureza la muestran las cifras, las tres “D”, que llamamos, distancia, duración y desnivel: le metimos del orden de 27 km, en 14 horas, y con 2200 metros de desnivel acumulado D+/-. Una auténtica barbaridad. 

Eres vocal de Montaña del Club Pirineísta Mayencos de Jaca, cuéntanos qué actividades realiza el club 

Publicamos un calendario anual, precisamente lo tenemos recién lanzado para este año 2020, en el que se recogen las salidas a realizar, que las hay de todos los niveles: senderismo, que solemos programar para otoño en zonas de bosque caducifolio; media montaña, en invierno, por el pre Pirineo, zonas donde la climatología es más benigna; alta montaña en verano, visitando cumbres pirenaicas que rayan o superan los tres mil metros; también solemos programar algunos días fuera de nuestra cordillera; este año hemos estado en Picos de Europa, Atlas, incluso en Himalayam, en el trekking del Manaslu. En 2020 vamos a Gredos. Mención aparte para la formación, capítulo al que le dedicamos mucha atención, y todos los años ponemos alguna sesión, teniendo para este año próximo por ejemplo, dos charlas de aula: Seguridad en Montaña y Clima y Tiempo en Montaña, y otras dos en exterior: Técnica de Escalada en Roca y Ecos de Sobrepuerto.

Durante todo el verano ha habido muchos rescates de montañeros, ¿qué crees que está pasando? ¿Cuál es la solución?

Habría que distinguir entre cantidad y calidad. En cuanto a lo primero, es cuestión de aplicar un simple cálculo de probabilidades, a más gente, más rescates.  Y en cuanto a lo segundo, la causa es evidente, la masificación es la que está haciendo que al ampliar el elenco de participantes, se dé cabida a personas menos preparadas, que quizá no tengan en cuenta la regla de oro para evitar el riesgo, que es tener consciencia de él.  La solución, desde luego, pasa por la información y la formación. Y no como hay quien piensa que sería el cobrar los rescates, que eso nos llevaría a mayor y más grave siniestralidad.

Recomiéndanos una excursión que no podemos perdernos este invierno

Como el ámbito geográfico del libro es de la totalidad del territorio aragonés, vamos a ser generosos y proponer una por cada provincia, si te parece. En Huesca, dada la estación, una poco comprometida y con menos riesgo de mal tiempo, podría ser Gratal, visitando las Gorgas de San Julián de Lierta, y ese hayedo del Peiró. Para Zaragoza nos podemos ir al Moncayo, que es mucho más que el manido pico de San Miguel, visitando la zona de Horcajuelo desde el barranco de la Morana. Y en Teruel podemos acercarnos hasta Foz Calanda, para subir el Morrón de Tolocha.

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