Francisco Martí, autor del libro “Pilarets y cruceros de Ribagorza”

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Francisco Martí en la terraza de su casa de Graus (Fotografía: Angel Gayúbar)

Erudito con vocación pedagógica, el caso de Francisco Martí singulariza como pocos el del intelectual que sabe compartir sus conocimientos con todo aquel que se lo demanda. Jubilado de sus tareas docentes, reside desde hace años en Ribagorza, a caballo entre Secastilla y Graus, y disfruta ahora de sus aficiones a la historia, al arte y a la naturaleza además de dedicar buena parte de su tiempo a conocer, difundir y, especialmente, divulgar el patrimonio ribagorzano. Su blog romanicoribagorzano.wordpress.com, dedicado a la catalogación y descripción de este tipo de construcciones en la comarca, es toda una referencia para especialistas y aficionados y ahora, con su libro “Pilarets y cruceros de Ribagorza”, sintetiza y acerca al interesado un nuevo patrimonio ribagorzano no por más sencillo menos interesante.
-Pregunta. ¿Cómo surge este libro?.
-Respuesta. Es el fruto de muchos años de trabajo, de muchos kilómetros recorridos, de muchas horas de investigación, documentación y de actuación “in situ”… Ribagorza es una comarca grande, dispersa, con rincones bellísimos pero francamente muy escondidos –a los cuales a veces cuesta llegar pero afortunadamente he contado con la colaboración de muchísima buena gente- , pero pateándola ha salido adelante este libro bastante exhaustivo, al que, no obstante, posiblemente le falte por inventariar algún elemento, que abre un camino. No tengo dudas de que aparecerán más pilarets y cruceros, pero es bueno que así sea.
-P. La pregunta básica; ¿qué son los pilarets, qué son los cruceros y qué función han tenido a lo largo de la historia?.
-R. El término “pilarets” quizá les suene a algunas personas más extraño. En buena parte de Aragón son conocidos como “peirones” , que es una palabra castellana, pero aquí no se les ha llamado nunca así. Son pilares de piedra que se levantaban en las encrucijadas de los caminos, en algún monte, en algún lugar donde alguien había recibido un favor celestial… A lo largo de los siglos se han levantado muchísimos dedicados a santos o a Vírgenes por regla general. Estos pilares de piedra, habitualmente prismáticos aunque alguna vez son columnas cilíndricas como la que se levanta en la cima del Aneto dedicada a la Virgen del Pilar, presentan tamaños de lo más diverso y la devoción al santo se expresa de muchísimas maneras. Generalmente este santo tiene una hornacina que contenía anteriormente la imagen; antes se respetaban, nadie hubiera tocado una de estas imágenes, se les hacía pequeñas ofrendas, incluso monetarias, pero hoy en día el vandalismo ha llegado a las zonas más remotas y muchos han caído por incuria o por desidia y otros, sencillamente, por el paso del tiempo y la despoblación de estas tierras. Los cruceros se parecen a los pilarets, con los que pueden confundirse cuando se limitan a ser una cruz coronando algún pilar pétreo, y aparecen por motivos similares. Aparecían también en los cruces de caminos o en los pueblos para delimitar los términos de la población. Tenemos así mismo pilarets y cruceros que simplemente marcan una linde.
-P. ¿Qué ha pretendido hacer con este libro?.
-R. Pues más allá de catalogar estos elementos que conocemos o sabemos de su existencia, he tratado de divulgar lo que son para que llegue a todo el mundo. Generalmente estos temas se estudian en revistas especializadas de antropología, en trabajos etnográficos, a veces en trabajos universitarios muy serios, pero no llegan a la gente y el ciudadano común se queda sin saber qué son, dónde están y que han significado para sus antepasados, para los que estos lugares de devoción tuvieron un valor extraordinario. Es interesante, por otra parte, constatar que los pilarets no se encuentran sólo en España pero que en nuestro país, curiosamente, se centran casi exclusivamente en el antiguo reino de Aragón.
-P. Son elementos que tienen vocación humilde, pero hay algún pilaret y algún crucero monumentales.
-R. A menudo se cita el crucero de Torrelabad dentro de una serie de cruceros de época renacentista, pero no sólo. Tenemos otros como el de La Puebla de Roda y el de Graus, depositado en estos momentos en Espacio Pirineos, que también es una obra artística importante. Otro muy meritorio, igualmente guardado, es el de La Puebla de Castro y tenemos algunos más que, artísticamente, son dignos, incluso, de ser estudiados como un tema aparte y separado de todo lo demás.
-P. ¿Cuántos pilarets y cruceros aparecen referenciados?.
-R. En el libro aparecen algunos de ellos desparecidos, algunos otros quizás no serían pilarets sino que simplemente marcarían un punto geodésico tradicional, en otros lugares serían simplemente mojones, algunos indicarían las cañadas para que la gente supiese por dónde se debía dirigir y de otros he podido referenciar las coordenadas del emplazamiento que ocupaban. En total hay unos trescientos; me parece que el número es muy considerable, comparado incluso con lo que se ha encontrado en otras comarcas, y de ellos la mayoría son pilarets de los que buena parte, en mejor o peor estado, se mantienen todavía en pie. Unos muy bonitos como el que aparece en la portada del libro, situado en Güel y que es una auténtica preciosidad, y otros mucho más sencillos y humildes pero no por ello menos importantes.
-P. ¿Hay alguna advocación especialmente repetida?.
-R. Sí, quizás la que encontramos más frecuentemente es la de San Antón, el San Antonio Abad que aparece con su cerdito, porque hemos de tener en cuenta que es una comarca ganadera y en la cual se tenía un aprecio extraordinario a los animales por lo que suponían para la economía familiar, no tanto como suministradores de carne sino que fuerza de trabajo para las labores agrícolas, y San Antón es su protector.

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