COLABORACIÓN || Erika J. Beltrán
San Jorge fue un soldado de la Capadocia, militaba en las legiones romanas y fue destinado a Libia, a una ciudad llamada Silca.
Habitaba en el lago un peligroso dragón al que los lugareños alimentaban proporcionándole dos corderos al día, así acabaron con los rebaños existentes.
Atemorizados, los pobladores decidieron seguir alimentando al monstruo sacrificando cada poco tiempo a una joven. Nada fácil era elegir a la moza así que se realizaba a sorteo. Un día el azar quiso que fuese elegida la hija del rey.
Por suerte para la dama apareció el soldado con su corcel blanco dispuesto a librar la batalla. Ganó nuestro valiente guerrero la gesta y el dragón murió con la lanza de San Jorge clavada en su cuerpo.
Ante tal hazaña le dijeron que pidiera lo que quisiera y le seria concedido. Siempre ocultó su condición de Cristiano y su petición, que no fue bien recibida, fue que todo el pueblo fuese bautizado. Así fue detenido, martirizado y más tarde santificado, por eso hoy lo conocemos como San Jorge.
Cuenta la leyenda que San Jorge apareció en Huesca en el año 1096 en la Batalla del Alcoraz como guerrero del Rey Pedro I contra los musulmanes. Vencen los cristianos y se convierte icono de Aragón.
Se le venera en muchas comunidades y países desde entonces y cada 23 de abril, fecha de su muerte, se celebra en Aragón por todo lo alto.
Erika J.Beltrán