Por Ana Pascual

Más de 400 personas acudieron al auditorio San Francisco de Monzón para asistir a la presentación del último libro de Luz Gabás, ‘El latido de la tierra’. Como buena montisonense, Luz siempre guarda un hueco para presentar sus novelas en su ciudad natal, además, esta vez su historia hace hincapié en la despoblación que tanto afecta a la geografía española en la actualidad. Se trata de un nuevo género en el que la escritora nos habla de la vuelta a nuestra raíces. ¿Te atreves a descubrir su historia?

Cuéntanos sobre qué trata ‘El Latido de la tierra’
Es una historia de amor, de amistad y un homenaje a mi generación y al mundo rural. Es una novela pegada a las piedras y a la tierra, pero, a la vez, un canto contra el desencanto. La protagonista, Alira, vive con su madre y un hermano en una mansión ubicada frente a uno de tantos pueblos deshabitados de la geografía española por las políticas de repoblación forestal de las décadas centrales del siglo XX. La mansión ha sobrevivido a duras penas, a costa del esfuerzo de sus propietarios. Para conseguir salvarla, Alira alquila habitaciones. Así, se reúne de nuevo la pandilla de la juventud bajo el mismo techo, también el primer amor de ella. Paralelamente, unos desconocidos se instalan en las ruinas del viejo pueblo de Aquilare con intención de rehabilitarlo. La aparición de un cadáver en la mansión y la subsiguiente investigación policial permitirán conocer las luces y sombras de los personajes. Hay una estructura de doble búsqueda; la de la verdad policial y la de la protagonista.

¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir a los lectores?
Que no hay nada peor que la pérdida de ilusión. El mundo rural despoblado es un escenario para hablar del riesgo de la “despoblación” del alma. Que en su relación con el presente, la carga del pasado no debe ser excesiva. Que mi generación se enfrenta a la desaparición de discursos sólidos, obligándonos a armarnos de valor para no abandonarnos a la decrepitud, para ser capaces de cambiar y continuar adelante.

¿También tiene relación con el territorio aragonés como algunas de tus anteriores novelas?
Me inspiro en mi territorio, pero los lectores de toda la geografía española encuentran muchos lugares comunes. La acción, la relación con tu entorno, el arraigo, los peligros de la excesiva nostalgia, la influencia del pasado en nuestra vida, la capacidad de transformación de las personas, la necesidad de esperanza, el paso del tiempo, la insatisfacción, la codicia y la xenofobia son algunos de los temas que se tratan en la novela. Cobra especial protagonismo la figura de la casa en el medio rural como el lugar que ha dado sentido a la existencia de millones de personas a lo largo de la historia; la casa entendida como un legado que pasa de padres a hijos que no se puede abandonar, que conforma la identidad de sus moradores y que, a la vez, supone una carga. En la novela, la mansión Elegía representa un mundo al borde de la desaparición, un mundo que para Alira siempre ha representado el discurso sólido al que aferrarse. En la nota de la autora, comento que el territorio cercano en el que me he inspirado pertenece a la Ribagorza y el Sobrarbe. La descripción de Mongraín corresponde a Monzón; la estación de tren es la de Monzón (que, por cierto, en lugar de perder servicios debería recuperar la importancia que tuvo) y el café “Siempre” de la novela es “La Aurora”.

Cada vez más los libros saltan a la gran pantalla en forma de serie o película, ¿volverá a la pantalla alguno de tus libros como ya pasó con ‘Palmeras en la nieve’?
Esto no depende de mí, pero claro que me gustaría que se adaptarán mis otras novelas. La experiencia de “Palmeras en la nieve” fue muy hermosa. La relación cine y literatura está pasando por un buen momento actualmente en España. Creo que es muy creativo y enriquecedor. Hay tantas historias buenas y tantos y tantas autoras que ya me siento privilegiada porque hicieran la película de una de mis novelas. Lo que tenga que ser, será.

‘Monteperdido’ fue uno de estos casos y se rodó cerca de casa, ¿seguiste la serie o la grabación? ¿Qué te pareció?
Seguí de cerca la grabación porque tuvo lugar en otoño, cuando en Benasque y Cerler no hay mucha gente y te topabas con el rodaje en cualquier rincón del municipio. Participaron vecinos y conocidos. Fue divertido y una promoción fantástica de nuestro valle. Creo que la factura de las producciones audiovisuales de nuestro país es ahora excelente, independientemente del género narrativo. Disfruté especialmente de la actuación de Alain Hernández, con quien conservo amistad desde el rodaje de Palmeras en la nieve, un actor muy querido, también en Benasque, por su valía y su carácter.

¿Te quedas con el libro en papel o apuestas por los ‘ebooks’?
Para trabajar, estudiar, reflexionar y leer a mis autores favoritos, sigo con el papel. Para viajar y para lecturas más ligeras, me resulta cómodo el libro electrónico. La proporción es de un 80-20.

Volviste a Monzón a presentar tu novela, ¿qué se siente al presentar este proyecto en casa? ¿Cómo te acogieron?
Nací en Monzón; mi infancia y adolescencia están ligadas a Monzón. Conservo buenos amigos allí y voy con frecuencia. Siento que me han acompañado en esta aventura literaria desde el principio, cuando no se sabía qué sucedería a continuación. Las presentaciones de las novelas y el estreno de la película son momentos muy especiales para mí, que recuerdo con emoción. Pero tampoco me extraña: Monzón siempre ha sido una ciudad generosa en las muestras de afecto hacia quienes hemos resaltado por algo, sea deporte, música o literatura, por ejemplo.

¿Nos recomiendas un libro y/o una película?
Resulta difícil para un escritor recomendar solo un libro. Voy a barrer para casa, así no quedo mal. Creo que Manuel Vilas e Inés Plana, vecinos y amigos, tan diferentes en cuanto a estilo y temática, son dos autores de obligado seguimiento. En cuanto a película, me ha agradado reencontrarme con Pedro Almodóvar en su última película “Dolor y Gloria”. Con admirable sinceridad, también recupera su pasado, reflexiona sobre él, sobre su vida, sobre el arte de crear, sobre su presente, sobre la pérdida de ilusión, sobre la necesidad de reencontrarse serenamente con uno mismo. Son dos historias muy diferentes, pero encontré puntos de encuentro con mi Latido.

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