El matrimonio que forman Elisa Sorinas y David Sorinas vive en Binaced junto a sus hijos Mario y Álvaro. Muy cerca de ellos, en el mismo pueblo, sus padres, hermanos y sobrinos. Para ellos la distancia no resulta ningún impedimento para juntarse y celebrar. Nadie debe recorrer kilómetros porque todo se alcanza en un paseo. Esta cercanía, este trato cotidiano y habitual a lo largo de todo el año, dulcificó las pasadas Navidades en las que se limitaron el número de comensales y no se permitió mezclar familias. “Nosotros nos vemos constantemente. Así que, aunque estábamos menos personas presentes, tampoco sufrimos o lo vivimos como algo doloroso. No nos sentimos solos”, afirman.
Las costumbres navideñas de esta familia se han transformado conforme nacían los niños e iban creciendo. El paso del tiempo se nota y hoy, jóvenes y adolescentes todos los primos, los disfraces han dejado de formar parte de la fiesta. Sí persiste, por ejemplo, el gusto por los belenes e ir a visitarlos, sobre todo, los que montan en el pueblo.
Para estas próximas citas recuperarán las comidas más numerosas con las tres generaciones presentes. Y en el menú no faltará, el cordero a la brasa; tampoco, el cardo con bacalao. Los preparativos de estas comidas largas y divertidas se reparten entre todos y aunque todavía no han decidido dónde reunirse, lo más probable es que lo hagan en la casa de nuestros anfitriones, Elisa y David, en la bodega de su casa todos caben y todos son bienvenidos.