Tras las ceremonias litúrgicas del pasado Domingo de Ramos, la celebración este miércoles en Graus de la popular procesión de las Beatas o “del Farolé” marcó uno de los momentos álgidos de la Semana Santa en Ribagorza. En una muy agradable noche, fueron cientos las personas que participaron en este Vía Crucis viviente que arrancó desde la basílica de la Virgen de la Peña y, en un ambiente de honda devoción y recogimiento, recorrió las principales calles grausinas acompañado por las luces titilantes de los pequeños farolillos que le dan nombre y rompen tenuemente la oscuridad que acompaña su recorrido.
La procesión también hizo honor a su otro apelativo -el de las Beatas- ya que, como es tradicional, las mujeres y niños fueron mayoría entre los asistentes. Históricamente ésta era en Graus la procesión femenina mientras que la del Viernes Santo solía tener una mayor presencia masculina y, aunque ahora la división no es tan concluyente, el protagonismo femenino sigue siendo una de las características más singulares de este cortejo procesional que recrea la agonía de Jesús camino del Calvario.
La Cofradía de la Magdalena y de la Soledad, compuesta exclusivamente por mujeres, es la encargada de coordinar esta procesión en cuyo recorrido se volvieron a representar las estaciones del Calvario: Jesús coge la cruz; la primera caída, la Virgen sale al encuentro de Jesús, el Cirineo ayuda a Jesús, la Verónica enjuaga el sudor de Jesús y la de la salida de las mujeres de Jerusalén.
Esta Cofradía se creó hace veinticuatro años para relanzar este Vía Crucis que había caído en desuso y para reactivar una Semana Santa entonces en franco declive. El empuje femenino fue determinante para dar un nuevo impulso a los actos religiosos organizados en estas fechas.
Ahora los “farolés” siguen acompañando el desarrollo de esta procesión que ha sabido volver a conectar con los grausinos y se ha convertido en uno de los actos más multitudinarios de las conmemoraciones pascuales en tierras ribagorzanas.