Enrique Pueyo. Alcalde de Aínsa

El municipio de Aínsa-Sobrarbe ha experimentado en los últimos años un destacable aumento de la población. Si en 2018 eran 2.151 las personas empadronadas en nuestro territorio hoy son 2.341, un 9% más que hace cuatro años. Esto se debe tanto a la llegada de nuevos pobladores como al crecimiento de la población infantil, que ha batido su récord de matriculaciones en los colegios públicos acercándose a los 300 inscritos.

Creemos que el aumento de la población ha venido de la mano de cambios sustanciales que merece la pena señalar. Uno de ellos ha sido la implantación de la banda ancha emprendida por la DPH en diferentes lugares de nuestro extenso municipio, permitiendo así el teletrabajo. La inversión privada en empresas familiares ha supuesto, a su vez, un repunte en la contratación, mientras que la progresiva desestacionalización del turismo hace que las personas que trabajan lo puedan hacer durante más tiempo y decidan establecerse aquí.

Por último, es importante recordar el impacto que la pandemia está teniendo en el medio rural, ya que muchas personas se han lanzado a la búsqueda de localidades pequeñas en las que residir. La calidad de vida que aquí tenemos es un atractivo innegable, y junto a ella la favorable meteorología predominante durante la mayor parte del año tanto en Aínsa como en toda la comarca de Sobrarbe. Es cierto que la generación de nuevas oportunidades de empleo o el acceso a la vivienda siguen siendo escollos a resolver, pero seguiremos trabajando para facilitar la toma decisiones entre aquellas personas que nos quieren elegir como lugar donde iniciar su nuevo camino.

José Solana Dueso. Escritor

Descubrir Aínsa

Allá por los años cincuenta, para un niño como yo, nacido en Plan, Aínsa era la puerta que te daba paso al mundo de afuera. Allí acudía la gente de los valles a buscar todo aquello que no proporcionaban sus autárquicas economías, todo género de mercancías, fuese la adquisición de los aperos de labranza, utensilios domésticos o bienes de consumo, como el vino, el aceite o la pana para chaquetas o pantalones.

Aínsa era la puerta de un comercio grande. Y el comercio, no se olvide, ha sido el gran lugar de encuentro para la humanidad, donde han florecido las relaciones sociales, movidas por la necesidad de intercambio. Aínsa ha sido el dinamizador de la vida económica y social de todo el Sobrarbe y en particular de las poblaciones de los altos valles.

Alzando un poco el vuelo aquel niño chistavino, Aínsa emergía como una villa que hundía sus raíces en la historia más luminosa de nuestra tierra. Su Plaza Mayor, sus calles, la colegiata de Santa María, su castillo, son los símbolos de una época crucial que contribuyó junto con la Ribagorza y la Jacetania a sentar los cimientos épicos de Aragón.

Cuando el niño chistavino se hizo mayor, ha podido aprender en numerosas investigaciones que en Aínsa, entre las piedras que sustentan sus señeros edificios, quizá ocultas en los mismos cimientos, se hallan restos de mezquitas y sinagogas, de baños judíos, testigos del origen de nuestra más profunda manera de ser y sentir. Aínsa, la villa que bañan dos ríos, ha sido desde el principio tierra de tres culturas, la feliz mezcla que nos constituye.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.