Los vecinos de Seira protestan por su confinamiento carretero

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La situación que van a vivir durante las próximas semanas los habitantes de Seira (y sus convecinos de Abi y Barbaruens) puede recordar el histórico dibujo que abre siempre los tebeos de Astérix con la aldea gala rodeada por los campamentos romanos que, teóricamente, la aíslan del resto del mundo. Pues el cierre previsto de la carreta N-260 va a hacer real esta situación para un puñado de ribagorzanos que, como los irreductibles galos de la historieta, van a ver cómo se cierra su única vía de salida hacia el sur, pero también hacia el norte, quedando totalmente incomunicados por carretera salvo por unas ventanas de paso hacia la vecina localidad de El Run y Castejón de Sos (tres entre las 7 y las 9, de 14 a 16 y de 20 a 22 horas) que consideran «totalmente insuficientes».
Rodeados de todo tipo de maquinaria pesada, el corte total de la circulación previsto en la N-260 entre el 18 de octubre y el 2 de diciembre supone que, como el resto de habitantes de la Alta Ribagorza, las gentes del municipio de Seira van a tener cortada la comunicación con la parte baja de Ribagorza durante estas seis semanas pero en su caso también, y es lo que ha motivado la indignación de los vecinos, la comunicación con la parte alta de la comarca ya que la empresa Dragados encargada de las obras va a aprovechar este corte para proseguir los trabajos en curso entre la propia Seira y la boca del túnel de acceso al congosto del Ventamillo. Y todo ello con la particularidad de que las gentes de Abi, Barbaruens y Seira no tienen ninguna otra vía alternativa de comunicación carretera con el resto del mundo como sí la tienen el resto de sus convecinos de los municipios al norte.
No les pilla de nuevo esta sensación –ya la vivieron el pasado invierno cuando un desprendimiento se llevó por delante una considerable parte de la calzada en el congosto de Ventamillo y les cerraba el paso hacia el norte mientras otro había dejado inviable el tramo hacia Campo-, pero no deja de ser molesta y, para los residentes que la sufren, angustiosa. La imposibilidad de salir del pueblo salvo en momentos muy puntuales obligó a varias de las personas que tienen su lugar de trabajo en las localidades vecinas a abandonar su residencia en este municipio y fue determinante para que otros varios decidieran entonces cambiar también su hogar habitual para, por ejemplo, no tener que mirar con angustia el reloj a la hora de acudir al médico o al comercio para aprovisionarse.
«Varios maestros que trabajan en Castejón de Sos y que vivían aquí porque es el municipio con alquileres más justados del Valle decidieron este curso no arriesgarse y varias personas lo hicieron con mucha incertidumbre que, al final, se ha visto confirmada», comenta Valentino Fievet, un ganadero residente en Abi y concejal en el ayuntamiento de Seira que se ha convertido en portavoz del malestar vecinal. Señala Fievet que la pasada primavera había una «relativa» razón para el corte de los accesos al norte y el sur de Seira al coincidir en el tiempo sendos derrumbamientos sobre la vía. «Dijeron –recuerda- que se trataba de una emergencia y nos garantizaron que se iba a solucionar en mes y medio, por lo que transigimos; pero el mes y medio se convirtió en tres meses y se nos quedó una cara de tontos que aún no hemos conseguido quitarnos de encima».
Ahora, según los vecinos de Seira, no existe esa situación de emergencia, por lo que no entienden que se desarrollen de forma simultánea unos trabajos que les cierran totalmente la salida del pueblo, máxime cuando, como apunta Fievet, en el proyecto de la obra se especifica textualmente que “…los cortes de carretera se realizarán manteniendo el acceso a Seira. No se podrá trabajar con cortes simultáneos en el trabajo anterior y posterior a la travesía”. «Por eso –insiste este concejal ribagorzano- , y por una pura razón de convivencia, de seguridad y de libre movilidad, celebramos hace unos días una asamblea vecinal y decidimos exigir una vía de salida garantizada a todas horas, estando dispuestos a acudir a los tribunales para conseguirlo ya que el propio proyecto refleja la necesidad de habilitarla de forma permanente».
En el recuerdo de los residentes en el municipio quedan casos como el vivido por un convecino que en el anterior corte de la carretera padeció un episodio de hipoglucemia sin que hubiera disponible una dosis de insulina en el pueblo. Fievet explica que en ese momento no se pudo abrir la carretera ni en un sentido ni en otro, «y no por mala voluntad, sino porque había sobre el terreno una maquinaria pesada imposible de mover», y tuvieron que sacar al paciente por una antigua pista prácticamente intransitable para que recibiera la atención médica necesaria.
En Seira entienden que éste puede ser un caso puntual, pero denuncian que el cierre total de su comunicación con el resto del mundo altera «radical y gravemente» la vida cotidiana. «Los horarios de paso que se han establecido –señala Fievet- dan prioridad al paso de los niños al colegio, lo que está bien, pero no nos permite al resto de residentes realizar actividades tan básicas como ir a comprar y poder volver a tiempo al pueblo, porque en esas ventanas los comercios de Castejón o Benasque están cerrados». La otra alternativa que les va a quedar a los residentes en esta insólita “aldea gala” es estar todo el día fuera de casa y perder unas jornadas laborables que muchos no se pueden permitir. «Como dice un convecino nuestro –sentencia Fievet- parece que nos han sometido a un tercer grado carcelario».

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