Jaime Asensio y su monumental diccionario Castellano-Torrense

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Por estas jornadas se conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna, una iniciativa de la UNESCO que nació con el objetivo de promover el multilingüismo y la diversidad cultural y reafirmar la importancia de las lenguas minoritarias –o minorizadas- muchas de las cuales se encuentran en trance de desaparición.
Una de las lenguas más amenazadas es el aragonés que, con sus diversas variantes dialectales, está en un momento crítico. Por eso tiene más importancia si cabe la reciente aparición del monumental trabajo filológico y lexicográfico realizado por Jaime Asensio traducido en un impagable diccionario Torrense –por la variedad del bajo ribagorzano que se habla en Torres del Obispo- Castellano publicado por la Asociación de Amigos, Vecinos y Residentes de esta localidad para conmemorar el vigésimo quinto aniversario de la entidad.
La Asociación ha lanzado un ambicioso número extraordinario de su boletín periódico “El Gallet” –que toma su nombre de la característica veleta de la torre de la iglesia parroquial- en el que se recogen tanto los estudios realizados por Jaime sobre diversos aspectos etnológicos de la población como el impresionante diccionario bilingüe que está despertando un notable interés entre lingüistas, expertos y hablantes del aragonés.
-PREGUNTA. ¿Qué es y qué nos vamos a encontrar con este diccionario?.
-RESPUESTA. Pues antes de nada la prosecución de los trabajos que inició y desarrolló el recientemente fallecido Francisco Salamero, que fue el que me metió a mí en este tema hace treinta y tantos años. Tenemos que pensar que entonces era una entelequia pensar en un diccionario porque aún había gente que no sabía hablar bien castellano y, en cambio, cuando empecé a meterme de lleno en esta aventura, que se me ocurrió en la Nochevieja de 2015, la situación había cambiado radicalmente. Ese día estábamos un grupo de amigos y todo el mundo estaba hablando castellano y, aunque sigue habiendo un grupo de personas que solemos utilizar habitualmente el torrense, ahora está muy perdido entre las generaciones más jóvenes. Ese día me di cuenta de que si no hacemos algo, vamos a perder nuestra lengua. Este diccionario es un primer paso pero yo mismo veo que voy perdiendo vocabulario y de que la fabla está cada vez más castellanizada.
-P. Ha habido intentos interesados de desvincular el torrense del tronco bajorribagorzano.
-R. Sí. Empezando por los trabajos de Artur Quintana, al que yo precisamente ayudé cuando estuvo por aquí hace casi treinta años y al que no se le ocurrió otra cosa que traducir nuestra pastorada al catalán. Por intereses obvios, hubo –hay- una corriente filológica que separa el habla de Torres de las vecinas de Graus o Estadilla hasta que la publicación de distintos trabajos de Francisco Salamero, míos y de otros autores ha conseguido que se nos restituya al mapa de las lenguas aragonesas porque se nos había metido de rondón en las variantes dialectales del catalán, cosa que no es cierta en absoluto.
-P. Parece evidente que existe un tronco común entre las hablas de la zona.
-R. Innegablemente. Encima, en Torres hemos tenido mucha suerte de estar un poco encapsulados e “incomunicados” porque otras fablas vecinas como el grausina están muy castellanizadas por la propia dinámica económica y social de sus hablantes. Incluso se puede decir del grausino que está en vías de extinción porque se utiliza cada vez menos. Pero por el vecino Benabarre tenemos una catalanización acelerada de su fabla que ya no se habla igual que hace tan sólo treinta años. En este contexto, lo de Torres es muy curioso porque si coges textos de Dámaso Carrera o de Cleto Torrodellas te das cuenta que no se diferencia mucho lo que escribían ellos hace más de un siglo de lo que aún se hablaba –o se habla- en Torres y que, además, muestra palmariamente el enlace, el nexo de unión, entre el patués del norte de la comarca y el baixo ribagorzano.
-P. Hablando de los trabajos editados en “El Gallet”. A mí me parecen tan importantes los artículos antropológicos como el propio diccionario.
-R. Hay algún tema curioso. Hay que pensar que las fiestas de Torres tal como se celebraban hasta la guerra civil se han perdido totalmente y existen muchos elementos comunes, por ejemplo, a los conservados en Graus. También en Torres se empezaba con la espera de la gaita en el Toral, esa misma noche se cantaban albadas… Yo ya no lo he visto, he conocido a vecinos mayores que habían cantado esas albadas pero ya, por su edad, no nos ha dado tiempo siquiera a recopilarlas. He recopilado otras cosas sobre las costumbres, tradiciones como el rosario de la aurora y singular la morisca o juegos específicos y adivinanzas, pero quiero recordar el trabajo que realizaron en estos campos Ricardo del Arco y Amades, aunque éste nos incluyó en el folclore catalán.
-P. Y, centrándonos en el diccionario, la recopilación de palabras, giros y expresiones demuestra por su cantidad y calidad que nos encontramos con una lengua muy viva.
-R. Sí, tenemos términos para todo y por eso es interesante tener el diccionario como una herramienta de trabajo y no sólo para los torrenses sino que yo aconsejo a todos los hablantes de ribagorzano y de otras fablas aragonesas que se lo lean porque pueden estar seguros que la mayoría de las palabras que salen en él se decían también en su lugar de origen en algún momento. Que puedan tener otro significado, pues es posible porque, por ejemplo, hay verbos que pueden significar tantas cosas que tú sabes las que has oído o las que te han dicho alguno de los mayores, pero de pronto llega otra persona que te ofrece otra versión. Nos encontramos con que una palabra puede tener múltiples significados en unas fablas que, además, juegan mucho con la ironía y los sobreentendidos.
-P. Señalas en el prólogo que este diccionario es un primer paso.
-R. Ciertamente; es una herramienta que necesita ser mejorada. De hecho, es un trabajo que lleva toda una vida porque todavía queda mucho por perfeccionar; poner al lado de la palabra su género, si es sustantivo o adjetivo, verbo transitivo o intransitivo…, contextualizar las palabras y expresiones así como acompañarlo de una pequeña gramática. Y es una obra en permanente crecimiento porque desde que se ha publicado “El Gallet” ya he recopilado cinco o seis páginas nuevas con nuevas expresiones caídas en el olvido o en desuso que he ido recordando o que me han comentado mis convecinos y que ampliarán futuras ediciones de una obra que sé positivamente que tiene errores y confusiones y a la que pueden faltar significados o usos de palabras.

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