Monegros. De olores y recuerdos

0
305

COLABORACIÓN || Asun Porta

Nací en un barrio monegrino donde olía a humo de máquinas de tren, a carbonilla, pero también a gorriones, a alquitrán, a cajas de gaseosas y a lejanía, porque si mirábamos hacia el oeste la línea verde y ocre del horizonte era y es profunda y casi recta, desdibujada hacia el suroeste por la sierra de Alcubierre, nuestra sierra. Desde mi ventana las muelas de la Gabarda nos olían a fantasía.

En aquellos años mi barrio tenía aroma a vecindad, a cocinillas y estufas de carbón y leña de carrasca, a leche fresca, a barro, a gallinas, a pan caliente, a delantales y a hogar.  Y en las noches despejadas y cálidas de verano se sacaban las sillas bajas de enea con sus cojines y por el centro del corro se deslizaban las historias, chistes y risas, bajo un cielo limpio y claro con todas sus estrellas.

Las puestas de sol con el cielo despejado eran y son espectaculares desde mi calle, desde la laguna de Sariñena, desde los torrollones o muelas, desde la sierra.

Puestas de sol que siguen oliendo a mil colores, a caricias y a emociones.

El olor despierta otros sentidos, rememora lugares, hechos y paisajes, y a mí, Monegros me huele a rosas y chopo de romería, a gabarda de mujeres e ilusiones, a albahaca de fiestas y de dance, a dulce cuando florecen el tomillo, el romero, las amapolas o la ontina. Desprende un olor seco cuando el cierzo levanta el polvo de arcilla de los caminos, suave y fresco al lado del río; a humedad y fuerza en los campos de maíz o alfalfa recién regado y en las huertas. Me huele a  paciencia cuando siento esos secanos  que esperan y miran al cielo. Atrayente el olor amargo de los bosques de pinos  y sabinas, o el olor viejo de las carrascas. Y también me huele a aves, a golondrinas y cigüeñas, a palomas, vencejos, garcetas y ruiseñores…

Me huele a vida que sale de la tierra, que nace de la tierra con la fuerza y el mismo tesón de las gentes monegrinas que día a día moldean con su vocación y esfuerzo el carácter de esta comarca.

También a veces huele a nada, a silencio y distancia, a paz, reposo y calma.

Son mis olores, mi sentir, así mezclados, porque se entretejen en mi memoria formando lazos. Un cordón umbilical de sentimientos y aromas que aunque esté lejos se hace corto.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.